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Lo que le trae sentido a mi cuerpo: Flotar

“Flotar”, es así como parece que tuviera que aprender a sentir y pensar para poder comprender cómo es el contacto de mi hijo con el mundo.


Hace algunos meses alguien me recomendó ver el cortometraje de Pixar: “Float”, este cortometraje me robó el corazón, no solamente porque trata el tema del autismo sino porque en muy pocas ocasiones se presentan en pantalla las emociones que vive un papá cuando su hijo varón vive con autismo. No estoy segura de haber conversado con Carlos sobre cómo vivió el momento en el que el equipo de especialistas que evaluaron a Eric, nos mandaron llamar para confirmarnos que Eric tenía autismo de medio a moderado. Yo, ya sabía que ese sería el diagnóstico, no me cabía la menor duda, pero Carlos… no lo sé, es un pendiente que tengo para conversar con él y después compartirlo con ustedes.


"Flotar" toca fibras que le duelen a cualquier familia con un pequeño con autismo o con cualquier otra condición del neurodesarrollo o discapacidad, probablemente todo padre o madre de familia en algún momento hemos querido experimentar a nuestro hijo o hija como “normal" o típico, nos frustramos, lloramos, nos culpamos y le reclamamos a la vida misma por lo que nos ha pasado y que aún no sabemos cómo integrarlo en nuestra vida. "Flotar" nos invita a conocer cómo puede ser la sensorialidad de las personas con autismo. Sus ocho sentidos reciben la información a través de sus neuronas, de una manera tan única, que el cerebro de una persona “normal” o típica, nunca podrá sentir su sentir y pensar su pensar porque aún no se crea una máquina que nos ayude a intercambiar cuerpos y cerebros. Estarán curiosos de saber cuáles son los ocho sentidos que menciono, se los comparto: vista, olfato, tacto, auditivo, gustativo, propioceptivo, vestibular e interoceptivo.

En un principio el papá del pequeño intenta todo por ocultar que algo pasa con su hijo, se avergüenza, se encierra, cierra las cortinas de su casa y también las de su corazón sin darse cuenta que lo que está cerrando poco a poco es la posibilidad de conectarse con su hijo. Cuando comenzó la relación entre Eric, Lola, Carlos, Ivan y el autismo la tarea no fue fácil, a mí nadie me había entrenado para criar a un niño que no quería jugar, que no te miraba a los ojos, que no seguía instrucciones, que pareciera no estar interesado en mamá y papá. Nunca nadie me había dicho qué hacer cuando un hijo no responde a su nombre, no le interesa su hermano, llora, se golpea la cabeza contra el piso o la pared sin razón aparente.

Definitivamente al igual que el papá en "Flotar", hubieron momentos en los que yo también me preguntaba ¿por qué no puedes ser “normal”? Me pregunté algunas veces: ¿será que las terapias harán que Eric algún día sea un niño “normal”? Por mucho tiempo sentí culpa de haberme hecho estas preguntas pero hoy sé que lo mejor es hablarlo, decirlo, ser honesta y coherente, eso es lo que nos lleva a liberarnos de la culpa que cargamos encima.


Afortunadamente y con el paso del tiempo las cosas cambiaron en mí, de la misma manera que le ocurrió al papá del pequeño, el amor salió victorioso, yo, al igual que el papá superé esa etapa de mi duelo para darme cuenta de que “flotar”, es una manera de percibir el mundo, es una forma de aprender a conectarse con las personas, y la tarea de aprender no es solamente para el que flota sino para el que se resiste a que el otro flote.

"Flotar" da un paso más allá e invita a las personas a repensar en el impacto que puede tener en la vida de una familia cuando se sabe señalada, segregada y se le niega la oportunidad de convivencia por su diferencia. Juzgar, señalar, hacer a un lado es solamente una parte de la cadena de dolor y frustración que vivimos las familias que tenemos hijos con una discapacidad. "Flotar" muestra el efecto que tienen las miradas que enjuician, los dedos señaladores, las murmuraciones implacables que no hacen otra cosa más que sumir a los padres y madres de familia en un estado profundo de rabia, de culpa y resentimiento que recae en el hijo o hija que necesita la ayuda. Este cortometraje pone el lente en el efecto que la falta de empatía puede tener en la relación de un papá y su hijo.

Seguramente Bobby Rubio, autor y productor de "Flotar" y la casa productora de Pixar pensaron en el impacto que esta animación provocaría en los niños pero también en los adultos. "Flotar" invita a generar una conversación entre adultos y niños, es una oportunidad de conversar en familia sobre lo que puede vivir un padre cuando se da cuenta que a su hijo no se le permite ser parte del mundo porque sus neuronas conectaron diferente quizá desde antes de nacer.


Todos estamos llamados a ser felices, a jugar, a flotar si es que eso le trae sentido a nuestro cuerpo.




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